La escritura es una habilidad que se aprende y puede ser mejorada si ponemos en práctica el compromiso con tres actividades diarias que nos brindarán las herramientas necesarias para desempeñarnos en la misma, tales como: los hábitos de escribir, el de hablar y el de leer mucho. Como cualquier otra destreza, la capacidad de escribir se logra con práctica constante para adquirir experiencia y poder interpretar cuáles son las técnicas y los recursos más convenientes,para poder superar los obstáculos que ella nos presenta.
El hábito de escritura nos permite ver las similitudes entre las nuevas tareas de redacción y las que hemos ya realizado. De esta forma podremos corregir los errores frecuentes que cometemos vinculados a la ortografía, la gramática, la concordancia, la coherencia, etc.
La experiencia adquirida nos dará mayor seguridad a la hora de volver a escribir. Lo mismo que una actividad física constante entrena al cuerpo, la escritura lo hace con la mente. Y si se realiza con agrado y entusiasmo, como toda actividad que uno realice en la vida, será doblemente fructífera.
Se recomienda además de la práctica diaria, hablar con alguien de lo que estamos escribiendo: la interacción cara a cara nos proporciona ventajas interesantes ya que podremos reconocer la reacción de un otro frente a lo que estamos escribiendo. Todo escrito va dirigido a un lector, por tal motivo es importante corroborar la calidad del mismo con una mirada ajena.
Por último, y también muy importante para el desarrollo de la escritura, es la práctica de la lectura diaria. Si queremos mejorar nuestro vocabulario y estilo de escritura nada mejor que leer libros de autores de diversos géneros, interesarnos por la información que nos brindan los diarios y las revistas, inclusive observar los avisos publicitarios que recibimos en nuestro domicilio; todo ello nos proporcionará ampliar nuestra cultura general y lograr un vocabulario más enriquecido que iremos capitalizando y disfrutando con el devenir del tiempo.